Iglesia y Patriarcado
Por: Susi Pola / susipola@gmail.com
florida jersey deuce vaughn jersey oregon football jerseys justin jefferson lsu jersey justin jefferson lsu jersey deion sanders jersey florida jersey purdy jersey drew allar jersey oregon football jerseys penn state jersey college football jerseys custom ohio state jersey florida jersey drew allar jerseyLa historiadora austríaca, Gerda Lerner, quien desarrollara su trabajo en los Estados Unidos en la década de los 80 y los 90, siendo reconocida ampliamente por sus investigaciones y publicaciones académicas a nivel mundial, en su obra, La creación del Patriarcado, en 1986, elabora como hipótesis de la aparición del patriarcado entre los años 3.100 a C. y 600 a.C. en Próximo Oriente.
Además, Lerner, analiza la desigualdad como una respuesta socio cultural basada en la capacidad reproductiva de las mujeres, señalando a la maternidad como el principal objetivo requerido de las mujeres en la cultura patriarcal que, castiga duramente a las mujeres que no son madres. Dice, además, cómo la división sexual de trabajo fue fundamentada en las diferencias biológicas y la sociedad de clases comenzó con la dominación masculina de las mujeres y evolucionó a la dominación de algunos hombres sobre los demás hombres y todas las mujeres.
Desde hace décadas las mujeres, mitad de la población, ha optado por unir esfuerzos y visibilizar esa violencia social, cultural, física y estructural que su colectivo sufre, con el objetivo de comprender, analizar y tratando de identificar el origen de esta opresión, la mayor injusticia social de la humanidad.
Lo cierto es que, históricamente, la desigualdad legal está estrechamente vinculada e la diferencia sexual, ya que esa diferencia entre hombres y mujeres, se concibió como la que tienen las mujeres con respecto a los hombres desde que estos tomaron el poder y se constituyeron en el sujeto y modelo de lo humano, excluyendo a las mujeres y estableciendo esta desigualdad también legal.
Y esta desigualdad, elimina la posibilidad de la autonomía de las mujeres sobre su propio cuerpo, una premisa que fundamenta el control del útero como órgano de la reproducción humana y, por lo tanto, señala la maternidad como primer objetivo femenino, excluyendo a la propia mujer, dueña de la fuente de vida, a poder decidir sobre sí misma.
En la República Dominicana, con una cultura profundamente patriarcal y conservadora, más en la dirigencia social y política que en el pueblo mismo, en estos momentos, estamos entrampados/as en un proceso de reforma al Código Penal prolongada desde hace cerca de 22 años, en el que, el aborto es totalmente penalizado, en consonancia con el imaginario señalado.
Los poderes de facto, abundantes en las débiles democracias como la nuestra, determinan que, quienes dicen representarnos sean en la realidad un fraude para interpretar las necesidades de la población, en este caso, la mitad de este país, permitiendo que un número preocupante de mujeres, de todas las edades, vean afectada su integridad física y emocional, en porcentajes significativos la propia vida, por no poder acceder al control de su cuerpo para abortar, aún en casos de necesidad extrema.
Sin embargo, las encuestas abiertas realizadas favorecen el aborto en determinadas circunstancias, concretamente, en caso de peligro de la mujer, si hay embarazo por violación o incesto y cuando hay malformaciones en el producto que lo hacen incompatible con la vida.
El atraso de una arraigada cultura sexista, fundamentada en el patriarcado, lleva a que, quienes legislan se dobleguen ante los poderes fácticos principalmente constituidos por las iglesias, agentes “empresariales” de las religiones que se benefician ampliamente del Estado y sus ganancias, incurriendo en grandes contradicciones con el espíritu de la propia filosofía que las sustenta.
Pero dentro de estas iglesias cristianas, afortunadamente, hay feligresía y personas consagradas que dedican su vida a los verdaderos valores de sus creencias. Como ejemplo, recordamos al obispo francés, Monseñor Jacques Gaillot, persona reconocida por su gran humildad, directo y sin grandes frases, entrevistado en abril de 2016.
Por eso, reiteramos que, como persona humana y con derechos fundamentales inalienables, la mujer decide, la sociedad respeta, el Estado garantiza y la Iglesia no interviene.